Heme aquí, de vuelta al mundo real.
Luego de pasar una semana con la gente que llena de amor mi vida he vuelto a México a continuar con la vida. Una semana fue muy poco para todo lo que hubiera querido hacer. Fue muy poco tiempo para ver a todos los que hubiera querido ver o hacer todo lo que hubiera querido hacer con las personas a quienes vi. Sin embargo no puedo quejarme porque fue la semana más felíz que pude haber tenido este largo e interminable año en esta mi nueva etapa de la vida.
Muchos quedaron picaos y otros bravos porque ni los vi, pero no se puede hacer más nada, ojalá fuera tan fácil como viajar cada dos semanas o que se yo, tal y como cuando vivía en Caracas.
Eso si, a los pocos a quienes vi me hicieron sentir como una estrella, todos sedientos de verme y de escuchar mis cuentos. Otros que no querían escuchar mis cuentos sino solo verme y sentirme y sentirse felices que estuviera allí.
¿Qué fue lo que más me gustó?, se ganó el premio mayor el abrazo que me dió mi hermanita Astrid al verme.
¿Lo más esperado?, definitivamente el ansiado reencuentro.
A casi un año de no pisar Venezuela, esta fue una experiencia que quisiera volver a repetir muy pronto.